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domingo, 15 de febrero de 2015

El caso del "empoderamiento"

En el anterior artículo, "Veedor y empoderar. La pérdida de las raíces", apuntaba varios temas que merecen una explicación más detallada. Uno de ellos se refiere a la incorporación a nuestra lengua del término empoderar y sus implicaciones.
El término empoderar es una traslación directa del término inglés empower que tiene los siguientes significados directos según Wordreference: autorizar, facultar, otorgar poderes, conferir poderes. En sentido figurado aparece: fortalecer, dar poder, hacer sentir poderoso, dar fuerzas a alguien.
Si nos fijamos en el termino empowerment su significado directo es: apoderamiento, atribución de poder. Y en sentido figurado, fortalecimiento.
Lo primero que podemos ver es cómo el término castellano empoderar refleja los usos en sentido figurado del término obviando su estrecha relación con el término apoderar que en castellano, según la RAE, significa: "dar poder a alguien para que le represente", y en su forma pronominal, "tomar algo para si".
Una vez producida la ruptura semántica, el desarrollo del término puede seguir su propio camino cargado de otro contenido altamente ideologizado. El "fútbol" y el original "football" o los "switch", por poner dos ejemplos, nombran los mismos elementos en inglés y en castellano. No ocurre lo mismo con términos como empoderar y empower.

Una de las definiciones que me ha hecho llegar mi amigo Juan García resulta sorprendente. Ni más ni menos que el empoderamiento es el proceso por el que se aumenta "la fortaleza espiritual, política, social o económica de individuos o grupos", eso sí, limitada a impulsar "cambios positivos". Podemos comprobar hasta que punto este término adquire una significado tan amplio como impreciso, distanciado del concepto de "otorgar el poder" a pesar de estar basado en él ya que el sujeto de la acción es el empoderador (valga el término para entendernos) y no el empoderado. Por si quedara alguna duda respecto a este tema, me señala Juan que el empoderamiento implica el desarrollo "en el beneficiario" de una confianza en sus propias capacidades.

Dejo para otro momento tratar el tema del marcado carácter voluntarista que tiene este enfoque, donde las condiciones sociales de vida (en su carácter más amplio) de individuos o colectivos apenas poseen valor frente al empuje del individuo.
Quizás haya que estimular, apoyar, acompañar, favorecer, impulsar. Quizás se trata de que las personas y los colectivos explotados, marginados, humillados o ninguneados adquieran conciencia de su dignidad y sus derechos y reclamen su lugar en el mundo, por grande o pequeño que éste sea. Quizás sea, al fin, que asumamos que la dignidad y los derechos de esos colectivos y personas no necesitan nuestra aprobación sino nuestro apoyo incondicional a su libre realización.

Una última reflexión. El lenguaje atiborrado de términos extranjeros supone una barrera en el desarrollo y control del mismo. De "ver" a "veedor" posee una secuencia lógica en su construcción, articulada en la propia estructura del lenguaje realmente usado. Resulta fácil para una persona sencilla seguirle la pista a la palabra. Si atiborramos nuestro lenguaje de términos no directamente ligados a elementos tangibles estamos abriendo la brecha en la sociedad entre las personas cultas y las incultas entendidas ambas en términos relativos.

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