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jueves, 16 de enero de 2020

Aceras y peatones

Con la aparición de las bicicletas, patinetes y otros vehículos similares en nuestras ciudades el uso de las aceras por parte de los peatones está siendo sometido a una enorme presión.

La irrupción del vehículo de motor en las ciudades supuso para los peatones, que hasta entonces disfrutaban del uso sin restricciones de las calles, su confinamiento a unas áreas reservadas llamadas aceras, alegando entre otras razones su protección. La cuestión es que la zona de las calles reservadas para los vehículos de motor, las calzadas, ha ido reduciendo cada vez más las aceras reservadas para los peatones y, por si ésto fuera poco, se están viendo invadidas por vehículos aparcados.

PeatónEn los últimos tiempos se han sumado a esta presión sobre el espacio reservado a los peatones nuevos protagonistas que compiten por el uso de la calle, desde los corredores urbanos, que las toman por pistas de entrenamiento, hasta los nuevos y no tan nuevos vehículos de movilidad personal (VMP) como bicicletas, patinetes eléctricos, y otros artefactos similares. Parecen no querer darse cuenta de que las aceras son espacios reservados para el peatón, un sujeto que anda de media a unos 3 km/h.
Si nos fijamos en las velocidades medias que pueden desarrollar los VMP veremos que se pueden situar fácilmente en los 15 km/h. Y si miramos la velocidad de un corredor urbano podemos situarla en unos 9 km/h. Comparando estas velocidades vemos que los VMP pueden circular por las aceras a una velocidad 5 veces superior a la del peatón, mientras que el corredor urbano lo puede hacer a una velocidad 3 veces superior.

Pongamos un ejemplo para tratar de comprender lo que esto significa de forma relativa. Usando como elemento de comparación la velocidad máxima de un vehículo de motor en vía urbana, que es de 50 km/h, un VMP circularía a 250 km/h, mientras que un corredor urbano lo haría a 150 km/h. El despropósito es evidente y el peligro real.

Competir con el vehículo de motor es difícil, acostumbrado como está a ser el dueño de la calle con el respaldo de una industria muy poderosa. Pero son los poderes públicos los que muestran una incapacidad y falta de decisión para poner coto al uso del vehículo de motor particular, dejando espacio a los VMP y vehículos colectivos en las calzadas, y no confinando a los peatones a espacios cada vez más restringidos y peligrosos.

Por último, resulta paradójico que los ciclistas reclamen con justicia la separación de 1,5 m de los vehículos de motor en carretera y algunos de ellos no quieran aceptar ese mismo razonamiento circulando por las aceras.

Mención aparte merece la pretensión de algunos corredores urbanos que reclaman la prioridad de paso en sus entrenamientos urbanos, cual si las aceras fueran pistas de atletismo.

Y por último, una evidencia obvia: cualquier conductor o conductora de cualquier tipo de vehículo es un peatón en cuanto abandona a la máquina.

Imagen de 901263 en Pixabay