Cuando llegue la hora de la despedida tendremos que responder por todo lo que no hemos hecho por miedo o cobardía tanto o más que por aquello que si hicimos.
Cuando llegue la hora nos preguntaremos para qué dejamos el zurrón vacío de experiencias y sensaciones que ya nunca erizarán nuestra piel. ¿A quién le dejaremos una herencia tan hueca?
Cuando llegue la hora, en un suspiro repasaremos todos los vacíos de nuestra existencia consumida como hoja seca entre las ascuas.
Cuando llegue la hora tendremos que respondernos para qué la vida.