Simultáneamente, desde el poder económico se insiste en la necesidad de trabajar más años, ignorando las condiciones materiales de la mayor parte de los trabajos realmente asequibles, y el hecho objetivo de que nos encaminamos hacia la sustitución de la mano de obra humana por la robotizada, en aquellos trabajos en que ya no pueda explotar una mano de obra semi-esclava o demasiado exigente para sus ambiciones. La prolongación de la vida en estas condiciones sólo tiene sentido para aquellos que poseen la riqueza económica y el poder.
Una tercera contradicción se deriva de las dos anteriores. Si la necesidad de mano de obra es cada vez menor, incluso entre los trabajadores cualificados del sector servicios, la presencia del ser humano en la Tierra está sobredimensionada en relación con la capacidad del sistema capitalista para dar respuesta a sus necesidades. La pregunta del millón es, por tanto, cómo pretenden abordar los poderosos este conflicto que enfrenta objetivamente a las distintas clases sociales, y que es de una magnitud nunca vista en la historia de la humanidad.
¿Puede dar respuesta a las necesidades del conjunto de la humanidad un sistema basado en el beneficio monetario individual e inmediato?
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