En nuestra sociedad ocurre algo similar. Atiborrados de mensajes tan repetitivos como numerosos, la palabra de aquellos que día a día tratan de mejorar, que no decorar, nuestro mundo pequeño o grande, queda reducida a un susurro apenas perceptible.
Pero están ahí, a pesar del ruido con que nos envuelven, a pesar de las cotorras que nos invaden con su presencia y sus gritos, carboneros, gallinetas, lavanderas, colirrojos, abubillas, ánades, pitos reales y garcetas entre otras muchas aves, están ahí anunciando con su canto su presencia, para que recordemos que hay vida más allá del ruido.
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