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domingo, 3 de mayo de 2015

Ultraflexibilidad y esclavitud

Queridos niños:

Seguro que en la escuela os han hablado de la esclavitud como un periodo oscuro de la humanidad en el que cientos de miles de seres humanos perdían su libertad convertidos en propiedad de personas que podían disponer de sus vidas como si fueran animales de granja. Aquello ya pasó, es historia, os habrán dicho. Hoy tenemos reconocidos unos derechos humanos que prohiben que esto vuelva a suceder.

A pesar de ello probablemente hayáis oído hablar de que en Asia, en África y en América la esclavitud sigue existiendo en fábricas y explotaciones mineras, por poner algunos ejemplos. Pero son países del tercer mundo –pensamos para justificarlo–, esto no puede pasar en nuestras modernas sociedades occidentales, con Whatsapp y televisores de plasma. Sin embargo, la flexibilidad laboral se abre paso en nuestras sociedades con un halo de respetabilidad que oculta su verdadero sentido.

El sábado 2 de mayo hemos leído en El País el artículo de María R. Sauquillo titulado "Trabajadores ultraflexibles", concepto que representa una vuelta de tuerca más a la llamada flexibilidad laboral.
Pero os preguntareis, mis queridos niños, qué relación puede haber entre un concepto tan serio y la esclavitud de los siglos precedentes. Fijaos en sus características.
  • Disponibilidad absoluta, repito, absoluta, del trabajador, las 24 horas del día, los 365 días del año.
  • Jornada y horario de trabajo totalmente determinada por el patrón a su entero interés. El reparto de horas a lo largo de la jornada y la determinación de las jornadas de trabajo son decisión diaria del patrón.
  • Exclusividad de la relación laboral. No puedes realizar ningún trabajo con ninguna otra empresa.
  • Como corolario, no existe la garantía de un salario mínimo.
Hablando en términos llanos, significa que un trabajador no sabe ni cuando va a trabajar, ni cuanto va a trabajar, ni qué días va trabajar ni cuanto va a ganar. En cambio si sabe que no puede abandonar el sistema sin penalización, que no tiene seguro de paro ni derecho a subsidios cuando no trabaja y que no puede contratar con otra empresa para completar un salario digno. En definitiva, que no tiene ninguna capacidad para defender sus derechos como trabajador en los ultraliberales sistemas que preconizan la libertad como guía máxima de la actividad humana, obviando que sin derechos no hay libertad. 

Queridos niños, no os confundáis. En la Europa democrática no es posible la esclavitud por que la gente vive en sus casas y no en las tierras de sus amos, tiene derecho a la educación aunque no tenga dinero para libros, puede andar por la calle y coger un tren, y además puede votar.
La cuna de los derechos humanos no va a permitir que volvamos a la esclavitud, simplemente trata de asegurar que los empresario puedan disponer de la mano de obra de acuerdo a sus necesidades para optimizar los recursos. Por algo se les conoce como generadores de riqueza y generadores de empleo. A ver si nos enteramos de una vez quien tiene el poder sobre nuestras vidas.

Agachad de una vez la cabeza, queridos niños.

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