Cuando se habla de las llamadas rentas mínimas o Ingreso mínimo vital no es raro escuchar los peros de rigor: que si incentiva a que la gente se quede en casa sin trabajar o que es injusta porque la recibirían tanto personas sin recursos como otras con ellos.
Resulta desalentador como la izquierda política asume este discurso fundamentado en una visión estrecha y negativa del ser humano, y más concretamente de los trabajadores. No es la lectura del trabajo como elemento liberador, reservado para los emprendedores, sino como una auténtica maldición bíblica. La izquierda, una vez más, renuncia a realizar un análisis de clase que tenga en cuenta los intereses objetivos de los trabajadores en una sociedad de mercado.
Tras este discurso apenas se esconde el interés material del poder económico por mantener una clase trabajadora sometida a sus condiciones económicas o, como suelen decir, a las condiciones del mercado.
Resulta desalentador como la izquierda política asume este discurso fundamentado en una visión estrecha y negativa del ser humano, y más concretamente de los trabajadores. No es la lectura del trabajo como elemento liberador, reservado para los emprendedores, sino como una auténtica maldición bíblica. La izquierda, una vez más, renuncia a realizar un análisis de clase que tenga en cuenta los intereses objetivos de los trabajadores en una sociedad de mercado.
De autor desconocido [Dominio público],
vía Wikimedia Commons |
La primera consecuencia objetiva y práctica de que la ciudadanía disponga de una renta garantizada es que no aceptaría salarios de miseria, como los que nos imponen a capa y espada actualmente. De ahí la oposición radical y el discurso simplista del poder sobre sus consecuencias.
Por su parte la izquierda moderada habla de una renta mínima que no permite salir del nivel de supervivencia y con tantas condiciones que limitan su aplicación a sectores muy empobrecidos, y nunca como un derecho individual ya que lo liga a la renta familiar.
Ciertamente hay más aspectos a considerar pero me interesa señalar el grado de confusión en que se mueve la izquierda cuando renuncia a un análisis propio.
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