Un rostro sin ojos no es un rostro para los videntes. Los ojos nos permiten mirar al interior de la persona. Sin ellos, sólo la voz nos puede ayudar a conocerla.
Así, las gafas de sol nos esconden a la vista de los demás tras un oscuro muro inaccesible. Vemos un cuerpo sin ver a la persona, aislados de los que nos rodean que no son otros que la humanidad más cercana.
Imagen de Pixabay. |
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